viernes, 20 de julio de 2012

FÉMINAS MISÓGINAS


Pidiendo un par de tragos en la barra de un bar eché una mirada para buscar a mi acompañante, éste, se encontraba en plena plática con una fémina. Recogí los tragos y me dirigí hacia ellos con mi mejor sonrisa. Entregué el trago correspondiente a mi acompañante y me dispuse a saludar a la desconocida: “Hola, mucho gusto soy Adriana”; esto, mientras me acercaba para plantar el cordial beso de presentación. ¿Mi sorpresa? La desconocida se quitó, me echó una mirada fulminante y me dijo “ah, soy fulANA”.

Sobra decir que me llené de ardor, me quedé atónita ante tal grosería y me sentí el ser más estúpido sobre esta tierra. Siguiendo mi mantra, (Si alguien te insulta, ríete; si no puedes reírte, ignóralo; si no puedes ignorarlo, te lo mereces) salí de la escena lo más pronto posible, intentando ignorar esa acción, porque definitivamente, risa no me dio y mucho menos lo merecía.

Mi cerebro le dio mil vueltas al asunto, ¿por qué una total desconocida se atrevía a hacerme tal desplante?. Pues bien, la historia surgió…
FulANA tuvo sus “queveres” con el hombre en cuestión y fue al descubrir esto, que se aclaró en mi mente, como por arte de magia, el comportamiento que tenemos las mujeres con otras mujeres.

Es decir, no importa que fulANA no figurara en mi mente, que desconociera por completo su existencia; para ella, yo significaba un obstáculo entre ella y “su hombre”. Era yo, quien impedía la felicidad eterna entre ellos dos. Si lo analizan un poco (y si somos sinceras) todas hemos hecho algo similar, canalizamos el coraje sobre quien creemos, es la causa de nuestro dolor.

Para ella, si yo no existiera, si yo no hubiera estado en ese momento, significaría la posibilidad de recuperarlo. Sin pensar que el motivo de su dolor es él, o ubicándolo perfectamente pero reconociendo, de una manera tal vez inconciente, que si canalizara el coraje hacia él, esto representaría perder la esperanza de un futuro juntos.

En otras palabras, era más fácil para ella descargar su coraje sobre mí, que enfrentar el hecho de que a él, simplemente, ya no le interesó. Exista yo o no, lo más seguro es que no estuvieran juntos.

Y es entonces cuando entre mujeres nos convertimos en misóginas, claro está, siempre en nombre del amor. He intentado buscar un ejemplo similar entre hombres, pero el caso no se da. Cuando un hombre es herido por una mujer, ella es una perra y el acompañante un pendejo que no sabe con quién está. Cuando una mujer es herida por un hombre, es porque otra perra se lo quitó. Es porque esa perra fría y calculadora halló la forma de robarle su amor, ja!

No nos detenemos a pensar que ese “hombre inocente” víctima de la perra fría y calculadora que lo engatusó, también tiene cerebro y toma decisiones. Y son la consecuencia de éstas la que nos causa dolor.

Si se encuentran a ese hombre con una perra, entiéndanlo, no es la perra son ustedes. No está contigo porque no quiere. No conozco un solo ser humano, que este alejado del ser con quien quiere estar, olviden el amor, simplemente que le agrade su compañía.

Este comportamiento femenino, en gran parte, es consecuencia del rol masculino al respecto; tiene que ver con (y me aventuro a sacar conclusiones al respecto) el sentimiento de culpa del hombre por herir a una mujer. A todas nos han bateado y los pretextos son múltiples, algunos choteados, algunos creativos, pero todos buscan el mismo objetivo: que el bateador no se sienta el villano del cuento. Y al parecer a ellos, esto les sale muy bien.

Fuera de los machos sin cerebro que maltratan a las mujeres, creo que la fuente principal de la misoginia radica entre nosotras, muy a nuestro estilo: passive-agressive.

Una vez detectada la causa, prometo no convertirme en la fulADRIANA haciéndole groserías a la adorable criatura que espera los tragos en la barra de un bar…

domingo, 8 de julio de 2012

No eres el tipo de fulanito

Entre chelas y confesiones, salió al tema el día que una amiga me preguntó: “¿crees que fulanito llegue a andar conmigo?”, mi respuesta: “no, no eres su tipo”. Al no recibir la respuesta que ella quería escuchar, insistió: “¿a qué te refieres con que no soy su tipo?, define ‘su tipo` ”; y bien, no pude más que responder con la verdad (con toda la delicadeza y sutileza que me caracteriza): “eres demasiado fea para él, tu carácter no ayuda y simplemente no le gustas”.

De sobra está decir que le rompí el corazón y que todo mundo me regañó por haberle dicho eso. En mi defensa, puedo decir que conozco bastante bien a “fulanito” y que mis palabras sólo reflejaban la verdad.

Y aunque reconozco que fue algo rudo de mi parte, creo que la verdad “cruda” es mejor que la verdad “maquillada”. Desde entonces, analizo el comportamiento entre las mujeres, porque somos especialistas en darnos palmaditas en la espalda cuando lo que necesitamos es un zape en la cabeza.

Cuantas de nosotras no le hemos dicho a una amiga “seguro si le gustas, pero ________ (llénese con el primer pretexto que se le venga a la mente)”, porque sabemos que decir la verdad sería demasiado doloroso. Entonces preferimos seguir alimentando la esperanza de que algún día “fulanito” se enamorará de nosotros.

Creo que esa mala costumbre se debe a la televisión y tanta película romántica. El ejemplo claro: “He´s just not that into you”, aunque el tema es bueno, tengo tres enormes quejas al respecto.

Número uno; quien hace entender a Gigi que su intensidad con los hombres no es buena y los aleja, es un hombre. No hay una sola mujer, que la haga entender que se adelanta a las cosas, que se enamora de hombres que no están enamorados de ella y que simplemente emana desesperación por los poros y esto aleja a cualquier ser humano.

Número dos; finalmente aunque la ayuda a entender que ella es regla y no excepción, ¡termina enamorándose de ella! Really? El fulanito que la hace entender de forma ruda y cruel que las señales son claras, o le gustas a alguien o no, termina por convertirla en su excepción. Again, alimentan la idea de "el que persevera alcanza", que en el plano amoroso, es fatal.

Número tres; no importa que Ben Affleck sea el hombre perfecto, el guapo, fiel y siempre preocupado por su mujer, las cosas no funcionan hasta que le pide matrimonio a Jenifer Aniston. ¿Qué moraleja nos dejan? "Arma pancho hasta tener el anillo en la mano".

Creo que este modus operandi femenino se debe al chip que nos han instalado en el cerebro. Este chip contiene una perspectiva, errónea desde mi punto de vista, en donde el objetivo es el matrimonio, no importa con quien, lo importante es casarse. Por eso no importa que Ben Affleck, sea el hombre perfecto, para Jeniffer Aniston deja de serlo porque no quiere casarse. Y es entonces cuando decide separarse, para “no perder el tiempo”, ¿porqué? Por que lo importante es convertirte en esposa, antes de cierta edad, por eso estar con el hombre que amas y te ama, sin que esto conlleve al matrimonio, es "perder el tiempo".

Si analizáramos las cosas desde otro punto de vista, uno en el cual el objetivo principal sea él (quien quiera que éste sea), no nos aferraríamos a una formalidad. El único objetivo sería vivir felices a su lado. No importa el papel, lo importante sería el compromiso emocional. (OJO: este no es un post anti-matrimonio, es un post que intenta decir, que lo importante del matrimonio, es el compromiso emocional, ese es el verdadero valor y éste se da con o sin matrimonio).

Por mucho esfuerzo que hagamos por "maquillar" las cosas, éste tipo de verdades, siempre salen a relucir, basta que uno termine una relación, para escuchar las verdaderas opiniones de tus amigas hacia tu pareja. Debo confesar que me incluyo en este conjunto, ya que es un poco delicado el decir “es muy poca cosa para ti”, “es un verdadero patán”, “no le importas un carajo” o “te pone el cuerno” (y no me hablen después de leerlo, para preguntarme a cuál de ustedes les ponen el cuerno, jajajaja); cuando todos los esfuerzos emocionales de tu amiga se encuentran posados en él. El único resultado posible de decir esta verdad es, lo más probable, perder su amistad.

Hace unos días hice este pedido: “amiga, quiero que siempre me digas lo que opinas” y la respuesta muy inteligente y aterrizada fue “y si te la digo, ¿me vas a seguir queriendo?”. Yo por mi parte, hice un pacto diabólico con las morras que considero hermanas, y es siempre hablar con la verdad.

Creo que como mujeres, debemos dejar de alentarnos cuando no hay esperanzas, dejar de alimentar ese chip en donde el objetivo es un ideal de película y acercarnos más a la realidad. Siempre hay finales felices, no siempre son como Walt Disney los escribe.
Así que, si algún día creen que no soy “el tipo” de “fulanito”, que no es demasiado bueno para mí, que es un patán, que de plano no le importo un carajo. Por favor, abra una cuenta anónima en Google, y deje sus comentarios aquí abajo. :D